
Cannabis medicinal en Perú: El camino recorrido
Los pacientes con Epilepsia refractaria padecen de crisis epilépticas tan frecuentes que limitan su habilidad para vivir plenamente; en ocasiones los tratamientos anticonvulsivantes no controlan sus crisis, o las reacciones adversas de estos son limitantes para el desarrollo normal de la persona.
Las personas que padecen Esclerosis múltiple se cuentan por millones en el mundo. Su enfermedad afecta al sistema nervioso central y, además de ser crónica, es a menudo discapacitante. Aunque muchos de estos pacientes no quedan gravemente incapacitados, más de la mitad presenta espasticidad; eso significa que sus músculos se tensionan tanto que provocan mucho dolor y dificultan la movilidad impactando finalmente en su calidad de vida.
Además de estas, el dolor crónico neuropático en adultos, y las náuseas y vómitos inducidos por quimioterapia, forman parte de las cuatro condiciones médicas que son mencionadas en el Reglamento de la ley que regula el uso medicinal y terapéutico del cannabis y sus derivados, para Perú, emitida en febrero último. Sin embargo, no son las únicas situaciones en las que puede ser usado el cannabis medicinal.
El camino hacia la Ley y el Reglamento
En el año 2017 la policía intervino una vivienda en el distrito limeño de San Miguel, donde se cultivaban plantas de “marihuana”. Los titulares de periódicos y noticieros anunciaban a toda voz que “la PNP había hallado un laboratorio clandestino de marihuana…”
Las alarmas se encendieron inmediatamente.
En dicha intervención policial, se hallaron 5 kilogramos de cannabis sativa, además de equipos utilizados para extraer el aceite de las plantas. No había más que decir entonces, todos sin duda tenían en la mente: “plantación de droga”, “narcotráfico”, “delincuencia”, etc.
Pero, aunque la marihuana esté muy estigmatizada en nuestra sociedad actual, y cargue consigo una connotación negativa fuertemente arraigada, para un sector de la población la planta del cannabis es “sagrada”.
Al indagar más a fondo el asunto del “laboratorio” encontrado en aquel departamento, se vio que quienes estaban a favor de este cultivo, y lo propiciaban, eran personas cuyos hijos o familiares padecían problemas médicos severos, como por ejemplo la Epilepsia refractaria.

Se ponía en evidencia, una vez más, una realidad que no nos es ajeno: existen pacientes con ciertas condiciones médicas, que no tienen acceso a un tratamiento adecuado o a medicamentos que logren aliviar eficientemente sus delicados estados de salud. En este caso específico, aun teniendo el acceso al tratamiento farmacoterapéutico convencional, no lograban obtener la mejoría que si lo tienen usando los derivados del cannabis.
La ley lo prohibía expresamente, pero lo real es que hay gente que lo necesita.
No se podía seguir estando más tiempo de espaldas a los innumerables estudios en el mundo que muestran los efectos benéficos de esta planta, tampoco podíamos seguir cubriéndonos los ojos mientras en otros países ya se hacía legal su uso medicinal.
Lo siguiente fue el cambio en la normativa.
En noviembre de 2017 sale publicado en el diario oficial El Peruano la Ley 30681 “Ley que regula el uso medicinal y terapéutico del Cannabis y sus derivados”, y más adelante, quince meses después, el 23 de febrero de 2019, salió a la luz, mediante Decreto Supremo N° 005-2019-SA, el “Reglamento de la Ley 30681”. En ellas se establecen los parámetros para la importación, investigación y producción del Cannabis y sus derivados, con la intervención de tres ministerios: Salud, Interior y Agricultura. Los requisitos y pasos para el ingreso a este sistema se muestran en otro post.

¿Qué sabemos del Cannabis?
La palabra Cannabis tiene un origen indoeuropeo, este es traducido en castellano como “cáñamo”. Hay evidencia de su uso durante la Prehistoria, por su contenido en fibras vegetales para ser hiladas y trabajadas en cordelería, cestería, elaboración de tejidos, y otros.
La planta del Cannabis seguramente también fue empleada con fines terapéuticos y alucinógenos. Se han hallado restos de cannabis junto a otras plantas psicoactivas en templos de Asia Central de comienzos del II milenio a.e.c. (antes de la era común). Esto sugiere su empleo ritual en contextos religiosos plenamente desarrollados, por lo que es de suponer que sus propiedades psicotrópicas ya eran conocidas en poblaciones prehistóricas.
A esta planta se le dice que es dioica, es decir cuenta con sexos separados: machos y hembras. Mientras los machos son muy superiores para la producción de fibras, las plantas hembras producen casi con exclusividad los principios activos cuyos efectos en el ser humano revisaremos en este mismo artículo.
La familia Cannabaceae comprende fundamentalmente tres sub-especies: Cannabis sativa sativa, Cannabis sativa indica y Cannabis sativa ruderalis. Estas se hibridan entre sí con facilidad, tanto de forma espontánea en la naturaleza como por acción selectiva del hombre.
El cannabis es una planta que contiene más de 400 componentes químicos, radicando su importancia en el contenido de cannabinoides, de las cuales el más relevante es el delta–9–tetrahidrocannabinol o THC. Se conocen varias decenas de cannabinoides, sustancias que solamente se producen en esta planta, pero especialmente son tres las más conocidas por los abundantes estudios de sus efectos en el ser humano: el THC que ya se mencionó, el cannabidiol (CBD) y el cannabinol (CBN).
El tetrahidrocannabinol, es el principal responsable de los efectos farmacológicos y euforizantes de la planta. El cannabinol es diez veces menos activo que este, y el cannabidiol presenta actividad ansiolítica y sedante. En adelante solo los mencionaremos como THC, CBN y CBD, respectivamente.
Fue Raphael Mechoulam, nacido en Sofía, Bulgaria, quien en 1964, junto a su equipo de investigación, logró aislar y determinar la estructura y síntesis total de la molécula de THC, el principal ingrediente activo del Cannabis; se le reconoce además por sus importantes aportes en elucidar el sistema endocannabinoide.
La planta del cannabis contiene una compleja mezcla de THC y CBD, y también de terpenos. El CBD potencia algunos de los efectos beneficiosos del THC, siempre que estén en asociación, y a su vez reduce sus efectos psicoactivos, es decir mejora la tolerabilidad de este último. Los terpenos modulan y complementan los efectos de los cannabinoides, además de proporcionar el sabor y olor a cada variedad.
Los beneficios en la salud
En el año 2017 el Instituto Nacional de Salud emitió un informe donde señala que existe solida evidencia científica acerca de la eficacia del uso de componentes del cannabis para:
– Aliviar el dolor crónico en condiciones neuropáticas severas en pacientes que no hayan respondido al tratamiento con analgésicos convencionales.
– En la espasticidad de la esclerosis múltiple.
– Para tratar náuseas y generar aumento de peso en pacientes afectados por el VIH-SIDA.
Para comprender los efectos –en especial los terapéuticos– que el cannabis ejerce sobre el organismo humano es necesario revisar, por lo menos de modo general, como es que actúan sus componentes principales a nivel celular.
Primero, es importante mencionar que los mamíferos contamos, dentro de nuestro organismo, con un sistema llamado endocannabinoide. Este contiene un grupo de receptores para “cannabinoides endógenos”, es decir para las moléculas que produce nuestro propio cuerpo y que al entrar en contacto con estos receptores generan efectos que están directamente relacionados con el apetito, la sensación al dolor, el humor, entre otros.
Los dos endocannabinoides más representativos son la Anandamida (N-araquidonoiletanolamida, AEA) y el 2-araquidonilglicerol (2-AG). Se han identificado dos tipos de receptores a los cuales se unen estos, el CB1 y el CB2.
Para entender el sistema de ligandos (endocannabinoides y cannabinoides) y receptores (CB1 y CB2), hacemos la analogía de un sistema de llave y cerradura, tal como se muestra en la siguiente figura.

Las llaves de color verde representan lo que nuestras neuronas producen dentro de nuestro organismo, los endocannabinoides, y estas encajan en la cerradura (receptores CB1 o CB2) lo que desencadenará una serie de eventos relacionados con la modulación del dolor, el apetito, respuestas en el sistema inmune, entre otros. Las otras llaves representan los cannabinoides externos, las cuales, por similitud a los endocannabinoides, a quienes simulan, logran “encajar” en los mismos receptores de estos, produciendo acciones similares.

Se ha determinado que los receptores CB1 se encuentran ampliamente distribuidos en las neuronas del cerebro, médula espinal y en el sistema nervioso periférico. También se los han encontrado en algunos órganos y tejidos periféricos, como las glándulas endocrinas, leucocitos, bazo, corazón y zonas de los tractos genitourinario e intestinal. Estos receptores tienen un rol en la modulación del dolor, poseen un efecto antiemético e influyen en la memoria y el sistema motor.
Los receptores CB2, en cambio, son de una localización fundamentalmente periférica, se distribuyen principalmente en las células del sistema inmunológico.
Cuando los endocannabinoides se unen a sus receptores se generan diferentes respuestas celulares que son finalmente traducidas en efectos que podemos observar y reconocer. Investigaciones recientes orientan a pensar que el sistema endocannabinoide podría estar implicado en diferentes funciones fisiológicas entre las que destacan el aprendizaje, la memoria, las emociones, el refuerzo, la ingesta de comida, la neuroprotección, el dolor y la conducta motora, entre otras.

Actualmente, fuera de Perú, existen diversos tipos de medicamentos a base de derivados de cannabis, aprobados por las autoridades sanitarias de los países donde se comercializan.
Productos como Marinol (cuyo ingrediente activo es el Dronabinol, un THC sintético), Cesamet (Nabilona, un derivado semisintético del THC), Epidiolex (CBD purificado y formulado), cuentan con la autorización de la FDA (Food and Drug Administration).
Marinol está aprobado para el tratamiento de la anorexia asociada con la pérdida de peso en pacientes con Sindrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA), de igual manera se usa en el tratamiento de las náuseas y vómitos asociados a la quimioterapia de cáncer en pacientes que no responden a terapias antieméticas.
Cesamet se usa en el tratamiento de náuseas y vómitos asociados a la quimioterapia de cáncer en pacientes que no logran responder de manera adecuada a las terapias antieméticas convencionales.
Epidiolex ha sido evaluado en el tratamiento de formas refractarias de epilepsia. Actualmente ha sido aprobado para el tratamiento de las convulsiones asociadas con el síndrome de Lennox-Gastaut* o el síndrome de Dravet** en pacientes de 2 años de edad y mayores.
El uso del cannabis medicinal en el Perú, bajo su forma regulada, recién comienza a dar sus primeros pasos. El potencial sanitario, económico, social, que trae consigo es enorme y se torna favorable en diferentes ámbitos: esperanzador para los pacientes, atractivo para los inversionistas, motivador para los profesionales de la salud.

Juan Medina, QF
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* Síndrome de Lennox-Gastaut (LGS), también conocido como síndrome de Lennox, es una variante de epilepsia infantil de difícil manejo, que aparece entre los dos y seis años de vida, y que se caracteriza por convulsiones frecuentes y diversas; a menudo se acompaña de discapacidad intelectual y problemas conductuales.
** Síndrome de Dravet es una encefalopatía epiléptica de grado muy severo que se inicia en el primer año de vida, con crisis habitualmente desencadenadas por la fiebre, a las que sigue una epilepsia farmacorresistente. A partir del segundo año, tiene lugar un enlentecimiento del desarrollo cognitivo del niño.